Una lectura muy interesante, y que en lo personal me llena de recuerdos, pues el autor de este libro fue mi profesor, uno al que aun a la fecha admiro y respeto, ya que fui de los pocos afortunados con los que compartió una amistad extramuros; uno de los más destacados profesores de la Facultad de Arquitectura: Alejandro Pirron Curiel; daba clase en el aula 2P; y pertenecía al Área Urbano Ambiental, e impartía la clase que el aquel entonces se llamaba Medio Ambiente y la Ciudad.De recién nacido, la enfermera que lo atendió le dejo caer, y como consecuencia requirió de muletas y/o silla de ruedas para el resto de su vida, lo que lo llevo a lidiar con la discapacidad y las barreras arquitectónicas que le limitaban.
Falleció hace 3 años, y todavía no hay quien pueda llenar sus zapatos… Aun le extraño.
En su memoria y en aras del conocimiento, recomiendo la lectura TOTAL de este libro, que nos ampliara el panorama de las barreras arquitectónicas.
Más o menos me las huelo para donde vas, y tienes razón...¿hemos considerado la accesibilidad en nuestras arenas? esa es una, la otra, con el carácter de nuestro edificio, si este es un espacio incluyente.
ResponderEliminarDe hecho, creo que mi profesor de accesibilidad para grupos vulnerables conoció, o fue profesor de Alejandro Pirron Curiel, nos ha comentado que con él desarrolló algunos proyectos de accesibilidad, como el "reptil urbano".
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